domingo, 11 de julio de 2010

El conflicto en Kirguistán


A principios de junio de 2010 empezaron a surgir noticias, desde el sur de Kirguistán, sobre un brote de brutalidad y violencia contra personas uzbekas étnicas que viven en los alrededores de Osh y Jalal-Abad, en el Valle de Ferghana. Estas personas constituyen alrededor del 15 por ciento de la población en Kirguistán, pero las cifras de kirguises y uzbekos en el área de Ferghana son más parejas.

Recientemente, pandillas de kirguises organizados atacaron barrios uzbekos étnicos donde incendiaron viviendas y negocios, además de matar a hombres, mujeres, niñas y niños. Éste es el peor caso de violencia que se ha visto en la región desde 1990, cuando centenares de personas fueron asesinadas. El pasado junio, unas 100,000 personas huyeron de la persecución y matanza cruzando la frontera hacia Uzbekistán. El 15 de junio, después de recibir 75,000 refugiados, el gobierno uzbeko le cerró las puertas a toda la gente, excepto las personas heridas.[1]

El gobierno de Kirguistán reporta que ocurrieron cientos de asesinatos, pero activistas de derechos humanos y fuentes noticiosas internacionales, como The Economist,[2] están diciendo que hubo millares de asesinatos en apenas tres a cuatro días. Por otra parte, más del 90 por ciento de las personas refugiadas y desplazadas internamente eran mujeres, niñas y niños.[3] Quienes huyeron experimentaron sufrimiento emocional – sintiendo la angustia de separarse de sus familiares y queriendo averiguar qué les ha ocurrido, así como el temor de regresar a sus hogares, sus vecinos kirguises y las autoridades de Kirguistán, en quienes no confían. Al momento de escribir este artículo, el gobierno kirguís declaró que las 75,000 personas refugiadas que huyeron hacia Uzbekistán ahora ya habían regresado,[4] pero han salido a luz historias de personas refugiadas que permanecen en Uzbekistán pues temen ser arrestadas y de gente que está siendo coaccionada a regresar a casa.

Activistas de derechos humanos reportan que las autoridades kirguises no han sido capaces de frenar la violencia y en algunos casos incluso han sido cómplices, "ocasionalmente uniéndose"[5] a los actos violentos. Umida Niyazova es una activista uzbeca étnica residente en Alemania que tiene familia y amistades en Kirguistán. En una entrevista con AWID, ella reportó que "dos defensoras de derechos humanos de la organización local Air (en Osh), quienes dieron una entrevista a la prensa extranjera sobre la violencia contra las mujeres, se encuentran ahora refugiadas en Uzbekistán porque se les está buscando y han sido amenazadas con arresto".

Niyazova dijo que las autoridades kirguises, en un tiempo en que debieron haber hecho todos los esfuerzos por realizar una investigación justa y no sesgada de los acontecimientos y analizar la causa del conflicto, por el contrario empezaron la "limpieza" en barrios uzbekos. Por ejemplo, el 22 de junio, durante una redada en la aldea de Nariman, testigos reportaron haber visto a miembros del ejército quemando pasaportes de las personas y diciéndoles "usted no merece ser ciudadano/a de Kirguistán". Ese mismo día, con el pretexto de incautar armas, golpearon a mujeres sin ningún motivo y tres hombres fueron asesinados. Según Niyazova, en lugar de investigar estas atrocidades, el gobierno kirguís empezó a arrestar a activistas uzbekos que estaban recopilando información.

Un reciente informe sobre derechos humanos concluye que "al afirmar su poder sin proporcionar protección, reconocimiento ni rendición de cuentas, las autoridades kirguises parecen estar participando de manera activa, aunque inadvertidamente, en una espiral en picada de inestabilidad".[6] La futura estabilidad de Kirguistán sigue siendo frágil, a pesar de que una buena parte de la violencia se ha reducido en los últimos días.

Un conflicto con sello de género

Hasta la fecha, los informes sobre el conflicto se han centrado principalmente en cuestiones étnicas y carecen de un minucioso análisis de género. Esto a pesar de que las persecuciones y matanzas están abiertamente influenciadas por el género, así como el propio militarismo.[7] La violencia sexual y la selección específica de mujeres son tristemente conocidas como herramientas de guerra y conflicto.[8] La guerra de Vietnam, por ejemplo, fue particularmente horrible para las mujeres vietnamitas, a quienes los soldados estadounidenses veían como manifestación de una 'otredad' ideológica y racial despreciada a la que se podía dominar por ser físicamente más débil.[9] En la mayoría de situaciones de conflicto, las mujeres suelen ser usadas por el 'enemigo' para manipular a hombres que sirven como soldados porque el rol estereotípico de género de la mujer hace surgir el 'protector' masculino en el frente, lo cual significa que todo ataque contra las mujeres se convierte en un ataque al honor de los hombres y de la nación.

La violencia en Kirguistán no es diferente. Muchas mujeres uzbekas en Kirguistán han sido humilladas, violadas y asesinadas. Niyazova relató la impactante historia de una mujer que vio cómo una pandilla de kirguises arrastró hacia la calle a su vecina uzbeka embarazada, la asesinó y luego le extrajo el feto, entre carcajadas y una multitud vociferante. Historias atroces como ésta ilustran la crueldad de la violencia perpetrada contra las mujeres uzbekas.

Y el alcance de la violencia sexual va más allá del conflicto en sí. Por ejemplo, al concluir los combates, las mujeres a menudo tienen que enfrentarse solas a las secuelas de la violación – entre éstas "trauma físico y psicológico, infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados, infecciones crónicas y problemas de fertilidad, e incluso aislamiento de su familia o comunidad".[10]

Se ha reportado que, además de sufrir violencia, a algunas mujeres que no lograron llegar a la frontera los soldados kirguises les exigieron pagar grandes sumas de dinero para protegerlas y llevarlas a un lugar seguro.[11] El mismo reporte informa de dos autobuses cargados de mujeres, niñas y niños a quienes se debía trasladar a la frontera, pero por el contrario se les llevó a un pueblo cercado donde se les puso bajo encierro. Supuestamente, a sus familias se les exigió pagar miles de dólares por su liberación.

Un conflicto complejo

Pacificadores y formuladores de políticas aún están tratando de comprender las raíces de este conflicto multidimensional. Se sospecha que el derrocado ex presidente Kurmanbek Bakiyev está avivando el fuego de las tensiones étnicas ya existentes.[12]

Sin embargo, una aproximación mejor matizada para comprender el conflicto ve más allá de la etnicidad a modo de incluir perspectivas históricas, económicas, sociales y políticas. Después de todo, las vidas de personas kirguises y uzbekas (como también de otros grupos étnicos) que viven en el Valle de Ferghana están profundamente entrelazadas. Algunos comentaristas han planteado, por ejemplo, que un factor importante en los recientes enfrentamientos es la estabilidad económica que la población uzbeka disfrutaba en comparación con el pueblo kirguís.[13] Niyazova también habla del fomento de un "espíritu nacionalista" en Kirguistán durante el régimen del depuesto presidente Bakiyev, cuando la prensa kirguís reportó que la gente uzbeka era rica, mientras que el pueblo kirguís estaba sufriendo, lo que incrementó las tensiones entre los grupos.[14]

La esperanza de la paz

Miroslav Jenca, representante especial de las Naciones Unidas para Kirguistán, dijo que una estabilidad perdurable, si se diera, dependerá de que el gobierno lleve a cabo una investigación convincente sobre la violencia étnica y procure la reconciliación de las dos comunidades étnicas en el sur.[15] Asimismo, Saber Azam, representante regional de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Asia Central, señala que si bien "la confianza puede perderse muy rápidamente, restablecerla podría tomar un largo tiempo".[16]

Una investigación requerirá un profundo análisis del conflicto para reducir el riesgo de que un enfoque unidimensional ofrezca sólo una solución unidimensional. Madeleine Reeves, becaria de investigación en la Universidad de Manchester, explica que en el sur de Kirguistán se han simplificado tanto las circunstancias complejas que "a madres, hermanos, amistades escolares, colegas, vecinos y compañeros de fiesta se les ha 'clavado al muro' del nacionalismo, reduciéndoles a una categoría única, 'kirguís' o 'uzbeko', en esta región históricamente tan compleja y socialmente variada".[17] Por lo tanto, es crucial que cualquier esfuerzo de paz en el futuro analice a un nivel más profundo las razones detrás de las persecuciones y matanzas – como también que las autoridades kirguises reconozcan los crueles actos cometidos contra personas uzbekas y rindan cuentas por ellos.

El 27 de junio se llevó a cabo un referendo planificado en el cual "se pidió a votantes aprobar una nueva Constitución que convertiría a Kirguistán, actualmente una república presidencial, en una república parlamentaria. El voto por el 'sí' significaría que las elecciones parlamentarias se celebren en octubre y la lideresa interina Roza Otunbayeva siga siendo la presidenta provisional hasta finales de 2011".[18] En cualquier caso, el Fondo Global para Mujeres reporta que "el débil gobierno provisional de Kirguistán no cuenta con recursos que le permitan brindar el apoyo y liderazgo necesarios para frenar la violencia y la creciente crisis humanitaria".[19]

Adicionalmente, el referendo fue criticado por haberse llevado a cabo tan pronto después del brote de violencia, pero los resultados iniciales mostraron que el 90 por ciento de votantes (con una participación del 69 por ciento) respaldó la nueva Constitución que crearía la primera democracia parlamentaria en Asia Central.[20] Los informes aún no han indicado cuántas personas uzbekas emitieron su voto. Todavía no está claro lo que todo esto significa para una población uzbeka que se enfrenta a reconstruir vidas hechas añicos y, de hecho, las destrozadas percepciones respecto a sus vecinos kirguises.

Grupos locales e internacionales de derechos humanos han llamado a que se realice una investigación independiente e imparcial sobre los acontecimientos[21] debido a crecientes alegatos de la participación de agentes de las fuerzas de seguridad en la violencia y a las considerables diferencias entre reportes oficiales y relatos de testigos presenciales. También Niyazova dice que una investigación independiente es necesaria porque el gobierno kirguís ocultará información. Ella se siente impresionada por lo que denomina la "despiadada calma de políticos europeos" y le implora a la comunidad internacional que preste atención a la región – y particularmente a las historias de las mujeres.

Por Rochelle Jones
La autora agradece a Lejla Medanhodzic por su ayuda con traducciones.
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 2 de julio de 2010. Traducción del inglés: Laura E. Asturias. Título original: 'The conflict in Kyrgyzstan – complex and gendered'.

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